A DIARIO....

Meses ya, que desayuno cigarrillos, almuerzo ensaladas o panecillos y ceno palabras que aunque no quiera muchas veces olvido.
Descanso.... la verdad no descanso, pero duermo en sueños entrecortados, que siempre olvido y que intercalo con siestas talla XXL.
Despierto cada mañana entre paredes que no son mías, con recuerdos que anhelo pero que no me miran, con distancias infranqueables pero mínimas.
Me obligo cada mañana a recordar que estoy vivo, por la tinta que cargo conmigo, por las líneas que dibujan mi físico, por el aire helado que respiro.
Miro al espejo y por más que no quiera, sonrío, a veces con cinismo, en ocasiones con sarcasmo, pero al fin y al cabo, sonrío.
Apresuro mis pasos para llegar siempre tarde o sobre el filo y si bien disfruto esas horas de regalo, hace tiempo que no me siento tibio.
Contesto con el mayor afán posible pero sin mucha nitidez, sin nada de textura, desenredo y enredo por gusto, solo para que ellos hagan la lucha.
Uniformo mis movimientos, gozo el calor y me regodeo en el punteo de los juegos de cocina, que para mí, son como malabares de esquina.
Un cigarro más, un segundo más, un minuto más de mi vida, antes de volver a la bruma, antes de perderme en la luna, antes de seguir....
Cuento y recuento el día con gusto y lo escucho con júbilo, con ánimo, intentando hacer que las palabras hagan eco y se encierren en mis entrañas.
Vuelo por mi única ventana, sin escapar de mis sábanas, sin oír, sin pensar en lo que tendré que hacer por la mañana.
Extraño aquel lobo que partió de cacería, mientras me apoyo en el oso blanco que protejo, que me cuida y que me guía.
Las noches siempre tan frías, me cobijan hasta la madrugada y entonces.... abro los ojos frente a una ventana que no es mía.
Empiezo otra vez, sin esperar nada a cambio, solo otro nuevo día.