OTRA VEZ.

Silencios letales, inmortales y gigantes llenaron estos días mi enriquecida melancolía, tranquilicé mil plegarias insulsas y retomé el hilo de caminos perdidos, olvidados y eternamente desgastados. Desgasté los innumerables intentos de soñar, de nuevo y al final todo en vano, de nuevo todo en vano.

Silencios a pedido, silencios incómodos, silencios que en pintura abstracta enseñan nada y todo, desaparecen sin dar las gracias y sin pedirlas, sin esperar aquel abrazo que quema mis brazos, que se hace inmenso a cada segundo, pero que no tiene donde ir a parar.

Silencios que a pesar de la retorcida memoria, nunca olvidan todo, siempre esperan algo o alguna voz de ánimo, que se que me ronda con muchos tonos distintos, pero nunca el adecuado. Como castigo imparable, como lujuria insostenible, rondan impasibles las historias inolvidables, esas que NUNCA se callan.

No importa el tamaño ni lo largo de estos silencios. Se calla todo a mi alrededor, o casi todo, pero lo que debe callarse, lo que quiero silenciar, sigue vivo, inamovible, perpetuo. Sigo jugando a ser Atlas cargando con un mundo de sinsabores, que debería dejar atras, muy atras, pero el maldito me persigue, me acecha cada noche, cada mañana, cada instante siento el filo de su hoja rosando mi cuello.

No se si maldecir estos recuerdos, en vista de no poder olvidarlos, no se si debo torturarme con estos deseos, debido a mi inútilidad para callarlos, no se si puedá, esta vez, encerrarlos, porque no los veo tan desgraciados como antes, no los siento tan dolorosos como siempre, no los tengo tan aferrados como ayer; solo están ahí, siempre ahí, como esperando su turno en la platea para recitar su historia.

Silencios que sirvieron, tal vez no para el objetivo inicial, tal vez no para darme la calma tan esperada, pero sirvieron. Siempre un momento de silencio es bueno para adornar las palabras que vienen depués.

Siempre hay oscuridad antes de lal luz, dicen por ahí, para mi siempre habrá silencio antes de nuevas frases, nuevos versos y nuevas palabras que ahora, que justo hoy, dan vueltas por mis labios deseosas y deseosos de salir, de volar, de conocer el mundo que mi inocencia (o estupidez) quiso ocultarles. Paciencia pequeñas, paciencia, en este instante me falta orden, me sobra arrogancia y con esas dos no se puede trabajar.

Gracias, le digo a mis SILENCIOS, gracias por éste nuevo y cansado intento, pero intento al final. Una vez más.