jueves, marzo 22, 2007

PURGATORIO.

Entre tabaco y cebada se levantaron cerezos para hablar de los besos que nunca se dan.
Los silencios perdidos, pequeñitos, presos, arrugadísimos se despiertan y transforman en un gigante senescal.
El frío trepa y penetra la piel intentando retrasar el paso de una lagrima de por sí lenta.
Rezos y ruegos que no llegan al cielo clamando por lluvia para maquillar con un velo la tristeza que corre por la tez.

Guerra de titanes
Estruendos en el cielo
Ojos enrojecidos
Miradas al suelo

Entre duraznos y piñas se llenan vasos de mierda miseria y miel mostrando cuan frágil es la carne y la piel.
La ira de Dios puesta en manos del más puro mal encarnado, apretando los dientes antes de asestar el primer golpe.
Para tener en cuenta que los recuerdos del ayer jamás serán parte del pasado.
Se los carga acomodados, del alma al lado, en la talega sepulcral.

Una lagrima más
Un par de ojos bien cerrados
Un llanto acogotado
La premonición de un final

Entre carneros y hortalizas se lleva el viento envuelto en prisa a un hombre cansado de enseñar el mal.
Hechizos vueltos abrazos, conjuros hechos de besos, descansan en la alborada hasta el momento de resucitar.
Los sellos han marcado las puertas, pero aún hay heridas abiertas que no siempre sirven de lección.

Una maldita redención nunca es la respuesta apropiada, tal vez sea que en su purgatorio cada quien se siente mejor.