domingo, noviembre 12, 2006

Capitulación

Llego el momento de ir a casa, porfin volver a ese lugar, regresar con la espalda cansada de no haber podido hacer nada.
Llego el punto justo de medir con vara injusta las cosas que se hicieron y las que no, las que se intentaron hacer y las que nunca se lograron.
Es hora de poner las cartas sobre la mesa, ver los logros y las desdichas, es tiempo de parar las vueltas interminables y calcular cuanto se ha recorrido.
Las conclusiones son y serán siempre iguales, como siempre pobres, pero a quien le importa, si solo se ha logrado hacer más grande el circulo vicioso.
Los latidos cada vez más lentos no nos llevan a nada y el cerebro siempre equivocado ruega por un descanzo de tantos espantos.
Es época de regalar las escamas brillantes al resto del mundo, a la gente que quizas pueda hacer cosas hermosas con ellas ya que tu no pudiste.
Pobre dragón, le llego la hora, ya se ven los cazadores subir por la cuesta, armados todos de pies a cabeza, listos para la batalla.
Pobre tesoro que nunca encontro el momento para brillar, que quedo encerrado de por vida como castigo a la inosencia.
Pobres arañas que devoraron cuanto pudieron y ya no tendran más con que satisfacer sus entrañas, ya no tendrán memorias que encumbren sus mandibulas.
El calor y el frío van desapareciendo poco a poco, como que ya no son útiles, como que ahora habrán miles de nuevas sensaciones que aprender.
Un último salud, un brindis de despedida, una final escala para apasiguar el alma y llenar el morral, aquel que su fue de madrugada.

lunes, noviembre 06, 2006

Flores

Puede que un día se me ocurra regalarte flores
y que seas con la única que tenga ese gesto
y puede que no sea de tu agrado.
Puedes quitarle el sueño a un volcán
solo para darme la razón al final
y puede que eso tampoco sea bueno.
Puedes disfrutar toda la pasión
durmiendo sola en un rincón
y puede que hoy extrañe tus caricias y besos.

Puedes tener un amanecer envuelto en celofán
del que liberes mil rayos de sol para regalar
y puede que de esos tampoco yo sea dueño.
Puede que gires en la cama sin parar
enredada en sueños al azar
y puede que yo quiera aparecer en alguno de ellos.

Puede que me mientas sin pestañear
y que jures cruzando los dedos por detrás
y puede que yo quiera creer tus juramentos.
Puede que todo sea hermoso al final
que no haya nada entre nosotros que reprochar
y puede que yo nunca sea parte de eso

Y se que yo nunca seré parte de eso.